Para entender este post primero tienen que ver este video donde se muere un cacahuate.
Los primeros 5 segundos describen perfectamente el comienzo de mi día, el cual fue perfecto porque estaba en mi cama dormido y luego desperté y me volví a dormir, luego repetí eso unas tres veces y luego me quedé acostado un rato despierto sin pensar, sólo frotando mis pies con las sábanas porque eso se siente muy pinche bien.
El resto del video es un símil de lo que pasó en cuanto decidí salir de mi cama. Bueno, en realidad no pasó nada realmente malo durante lo que quedaba de la mañana ni en la tarde, pero luego cuando tuve que ir a clase de Laboratorio de Comunicación Sonora todo fue como Ruina Inevitable Parte II. Esto fue porque hoy tocó presentar nuestro más reciente trabajo que era una entrevista que tuvimos que grabar y después editar (sólo audio). Era en equipo el trabajo y mis compañeros eran Erika y un pendejo. Erika me cae muy bien, muy pinche bien. Pendejo me cae muy mal y además tengo razones: 1. Es un pendejazo y 2. Huele mal porque se baña en loción Jafra o yo qué sé. Nuestro trabajo estaba originalmente destinado a ser el mejor, naturalmente, porque escogimos para nuestro trabajo entrevistamos a la personalidad conocida como Chip Torres, amo y señor de las tecnologías e intérprete de "Te Voy A Dar Un Byte".
Sin embargo, no todos los cuentos tienen un final feliz y menos cuando te lanzas al centro con una entrevista de 6 preguntas escritas en tu celular y pasas la mayor parte del tiempo comiendo tacos afuera de la Plaza de la Tecnología esperando a Chip. Estuvo cagado, pero todo lo que siguió después fue un desmadre y nuestro trabajo quedó hecho una porquería.
Así que antes de presentarlo le advertí a todo el salón y al maestro que estaba muy mal y que probablemente no les iba a gustar nada. Es como esas cosas que dices para que todos piensen "awww, seguro no está tan mal, a ver qué tal" pero esta vez cuando terminaron de escuchar la entrevista todos se quedaron con cara de "ok, realmente sí estaba muy pinche". No me quedó de otra más que hacerme bolita en mi silla y pretender que estaba bien mientras lloraba por dentro.
Alguna lección debe haber en todo esto, pero todavía no la encuentro. Por lo pronto ya sé que si me disfrazo de cacahuate me tengo que alejar de las orillas de lugares donde me pueda caer, o si me voy a caer por lo menos ponerme mis mejores calzones.
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